¿Estás muy ofendido porque nadie te pidió tu opinión sobre si Bob Dylan se merecía o no un Nobel de Literatura?
Vaya, no tenemos que exagerar, no es como si se lo hubieran dado a Kanye West o a Beyoncé, tampoco mamen tanto. La verdad es que no dudo que muchos ni siquiera conozcan una sola canción o quién o qué es un Bob Dylan.
Tampoco creo que haya que justificar si las aportaciones a la cultura por parte de Bob Dylan lo hagan o no acreedor a un premio de este o de cualquier tipo. A fin de cuentas la música es arte y no hay que ser tan básicos para pensar que la literatura es literalmente sólo libros.
Lo que creo que es ridículo es la necesidad de algunos de expresar su opinión y sentirse jueces y partes en cualquier entrega de premios, competencia, reality show… Vaya, el problema no es que tengas una opinión, sino que creas que es absoluta y válida.
Luego, en un país como México la ciencia, las artes y la cultura tienden a ser más un asunto de ficción que de conocimiento común. En un país en el que no hay divulgación, entonces todo queda a la imaginación.
Es decir, la gente tiene una idea de lo que deben hacer los científicos o los artistas pero no lo conocen, pero si se nombra a un representante de la cultura pop como merecedor a un reconocimiento «fuera de su categoría» irrita más por la ignorancia que por que haya un patrón de comparación.
Con esto se crea un imaginario en el que la divulgación científica, el teatro, o los museos están más allá del alcance de lo cotidiano y todo aquello que está por debajo de esa línea imaginaria, como las expresiones populares no encajaría dentro del molde de lo inalcanzable. A fin de cuentas, es un miedo irracional a salir de la comodidad de ser un ignorante.
Luego, están los que se creen celosos de esa alta cultura y alta ciencia, que no quieren compartirla y la creen propiedad privada de los sectores académicos o de la clase media alta. Refuerzan jerarquías y se les olvida que lo que hoy es considerado un clásico como Shakespeare alguna vez fue sólo una expresión popular.
Son los mismos que se sienten agredidos porque Juan Gabriel pisó Bellas Artes y que prefieren que el conocimiento no llegue a otros niveles, considerándolo un bien privado y que no debería estar en manos de los menos privilegiados.
Bob Dylan se habrá ganado un premio Nobel, pero como siempre en México, ganó la ignorancia.