Porque tú lo pediste. O no. Quizás realmente nadie lo pidió. Pero está de regreso uno de los bodrios televisivos que hacen que uno se cuestione más de lo que necesita.
Nunca he ocultado mi mal gusto, me encantan los reality shows y creo fielmente que Big Brother puede ser una formula bastante entretenida, cuando se le da un tratamiento adecuado y se cuenta con sólo los recursos de producción necesarios se puede hacer un gran show. No creo que se trate de comparar necesariamente y decir que una cosa es mejor que otra por el sólo hecho de estar hecha en otro país, pero por ejemplo el Big Brother USA es uno de mis programas favoritos del verano y aunque es el tipo de cosa que veo cuando quiero ver tele basura creo que es un concurso social muy divertido que termina pareciéndose más al póker. En Estados Unidos Big Brother está por terminar su 17a temporada y se ha convertido en un concurso bastante simple y sin ninguna importancia, en México alguien tomó el Libro para revivir muertos y nos trajo de regreso un zombie que realmente nadie estaba interesado en ver.
El problema inicial no es el formato, es la forma en que se produce y los mensajes que se mandan a partir de este tipo de programas. Mientras en la última edición del USA apareció la primer concursante transexual y un elenco compuesto por un 60% de blancos y un 40% de minorías (negros, asiáticos, un gay, una lesbiana, dos nerds y la antes mencionada trans) en México decidieron dejarlo en estas categorías: mirrey o wannabe mirrey para los hombres y fresa mustia o lobuki para las mujeres. Insisto, no quiero decir que una cosa sea mejor que otra, sólo balanceo los relatos.
El nuevo Big Brother mexicano y su elenco monstruoso es todo un reflejo de lo que se impone como estilo de vida: machismo rústico, reservado sólo para blancos y criollos. Adela Micha tenía razón cuando presentó al elenco al decir que hicieron un casting muy selectivo: no hay rasgos indígenas, ni sobrepeso, sus versiones de gente «alternativa» ni siquiera se pueden sostener, como por ejemplo ese «rapero» que tiene el carisma neurolingüístico de un manatí.
Televisa se pone más rebelde que con RBD y dejan las groserías al por mayor, aparentemente esa es su forma de ser muy transgresores, o eso creen ellos, fuera de eso casi no se les entiende cuando hablan, en general sólo hay gritos y bramidos. Tanto los concursantes como los conductores de «El relato» lanzan comentarios de clóset sobre las ganas de fumar mota.
Sigo preguntándome, ¿por qué te haces esto?, ¿por qué lo ves? Hasta el mal gusto tiene límites. La nula capacidad de Televisa para hacer televisión se pone cabrona, son incompetentes hasta para este tipo de programas: El escenario es increíblemente dañino para los ojos, el interior de la casa probablemente esté diseñado para alterar los nervios de cualquiera que lo vea, es más, ni siquiera parece casa. Un diseñador de interiores piscótico decidió que poner unas macetas antes de un escalón en la sala central de «ese lugar» era una buena idea decorativa, ideal para que un montón de borrachos idiotas y estúpidas en tacones se maten en vivo.
Día 3 ¿Quién orinó el jardín?
El exterior es increíblemente grotesco, hay foquitos por todas partes, vomita colorcitos y ni hablemos de la entrada a la casa, que pretende ser un ojo robótico y parece más un prolapso anal luminoso. No exagero yo, exageran ellos y probablemente sea mi reencuentro absoluto con la televisión abierta mexicana y es increíblemente doloroso y poco recomendable. Podría creer que Master Chef de TV Azteca es una franquicia más respetable, creo que por ese lado lo que me parece más pinche es que le metan comerciales a huevo y a la menor provocación, pero la verdad es que está increíblemente mejor producido, editado y con personajes más divertidos.
Big Brother mexicano es tan innecesario como irrelevante, si ya tuvimos un Acapulco Shore para ver a un montón de gatos fresas hacérsela de pedo por nada para qué pretender que esta madre aún es un factor sorpresa o innovadora. Si en otros países ha encontrado su nicho y tiene su consistencia tiene sentido; aquí nada más no, y aparentemente su formula está basada en chichis y nalgas.
Según ellos las redes sociales juegan un papel importante y sigo sin entender de qué se trata su estrategia y creo que no lo quiero saber. En conclusión, es un show aberrante y naco, y no naco padre, más bien hasta ofensivo y no tiene ni un solo momento divertido ni conmovedor, hasta los mismos participantes se saben falsos y desesperados por atención. Afortunadamente vivimos tiempos diferentes a hace trece años e Internet nos hace libres y un tanto inmunes a este tipo de cosas.
Guácala.
Jajajaja no me canso de leerte, lo de los escalones me mato de risa 😊
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