Mika – No place in heaven
Mucho más que un simple cantante de pop, Mika es un storyteller audaz y divertido. Debo aceptar que su disco anterior, The origin of love (2012) pasó un tanto desapercibido, mientras que los dos primeros son caricaturas musicales plasmadas en mi corazón, sobre todo el primero. Su más reciente material, lanzado el 15 de junio de este año, No place in heaven, precedido ya por dos sencillos, Talk about you y Last party (inspirada en el ícono Freddie Mercury) es un sorprendente regreso de Mika, con una actitud tan colorida como en sus primeras producciones y mucho más maduro e interesante que el anterior.
Mika no puede negar los toques campy en cada una de sus canciones y aún así se vuelve fino, acompañado en la mayoría de las canciones de No place in heaven de un piano logra que se siente una vibra sólida y mucho más que historias separadas, cada una de las canciones de este disco cuenta una misma anécodta, la de un hombre que busca incansablemente el amor, que cuestiona las decisiones de los demás y que se encuentra con un mundo de tonos grises y que desea hacerlo mucho más brillante.
La primera canción y primer sencillo del disco, Talk about you, es un statement sobre cómo una puedes hacer que el mundo al rededor se sienta estúpido, y probablemente el único estúpido es uno que ignora todo lo demás, pero es esa sensación de que una persona inunda tu cerebro y tu corazón, no quieres hablar de otra cosa y en realidad nada ni nadie te interesa. A veces lo único que colorea nuestra vida es la emoción de sentirte acompañado.
Last party, que como ya mencioné es homenaje al vocalista de Queen, tiene un toque increíblemente melancólico y alegre, como si fuera sarcásticamente agridulce, tiene una sección de cuerdas que la hace explotar y convertirla en casi un himno a la música, es al mismo tiempo una tragedia y una celebración. En el caso de Good guys cuestiona duramente al público gay, cita como un hito en la historia la apertura del mundo a una noticia como la existencia del VIH/sida en 1994 y se pregunta dónde quedó la actitud comunitaria, quizás sea porque el mercado rosa y la supuesta aceptación de la homosexualidad han terminado por diluir un sentido de pertenencia, sustituido por una cadena de valores superfluos e impuestos por el mercado del lifestyle de la diva gay.
En la música de Mika se nota una clara influencia de los Jackson 5 y de la música pop de los años 60, y al mismo tiempo es melódica y bastante tierna. En canciones como Staring at the sun o Hurts, nos habla de lo que amamos pero nos hace daño, y probablemente el corazón no debiera sufrir por sentir un poco de compañía. Good wife es una serie de promesas del amor más puro que no se van a poder cumplir, y como Mika acostumbra, nos adentra en una narración un tanto cinematográfica, pues sus letras se hacen memorables gracias a sus protagonistas sensibles y lo mismo sucede en Rio, una divertida anécdota sobre el riesgo de dejar de ser uno mismo y volver de otro modo al lado de quien ya no está. Ojalá así uno pudiera camuflar las emociones.
Ordinary man es una balada sumamente honesta y dura, Mika se cuestiona a sí mismo, quizás su vida no tenga nada de sorprendente y hace lo mismo que cualquier otra persona, es tan cotidianamente insignificante y tiene ese deseo de ser especial, justo como cualquier otra persona. Auch. En Promiseland se despoja de todo como una serpiente cambiando de piel y toma otro color, cada quien es tan diferente y ordinario como se siente, probablemente ser humano no tiene nada de importante para el universo, pero la experiencia de cada uno puede ser tan liberadora, castigadora o complaciente como lo desee.
Adoro locamente No place in heaven, de cierto modo, Mika me ha regalado un poco de fe en la música, en la vida y en las ganas de cambiar los tonos de la vida, siempre serán grises pero las emociones hacen que todo se sienta un poco diferente.