The animals, the animals
Trapped, trapped, trapped ‘till the cage is full
The cage is full
Probablemente Orange is the new black tiene los mejores fans del mundo, de otro modo, Netflix no se hubiera anticipado a lanzar la tercera temporada de esta serie un día antes de lo previsto. Y ahora, no podemos estar más que felices y aprovechar todas las horas que el fin de semana nos dé para ver todos los nuevos episodios (yo empecé ayer por la noche, casi no he dormido y no dejo de pensar en lo mucho que me encanta Alex Vause).
Sólo he visto los primeros episodios de esta tercera temporada y quienes sean adictos a una sustancia psicotrópica y hayan pasado por una crisis de un síndrome de ansiedad me entenderán: cuando empieza el primer capítulo, sientes como te entra por las venas el uniforme naranja de Litchfield, como se te sube a la cabeza cada nombre y cada rostro de nuestras reclusas favoritas: Piper, Red, Crazy eyes, Nicky, hasta da gusto ver otra vez a Pensatucky. Luego viene una pregunta sumamente personal, ¿debería uno echarse los trece episodios de una vez o dosificarlos? Ya está confirmada una cuarta temporada para el 2016, pero un año es mucho tiempo de vida y esperar pacientemente no es una de mis virtudes, por eso la ansiedad. Quisiera tumbarme hoy a verla toda, pero eso sólo conseguiría agotar todo el stash.
Lo más importante de todo esto es que Laura Prepon está de regreso, sí señoritas, Alex Vause para todas, más drama y sexo desenfrenado para ella y Piper, quien por cierto, ha dejado de ser la absoluta protagonista de la serie, se ha difuminado como una reclusa más y de ese modo logramos entender mucho mejor a todas las demás. Dramedia sin límite, o te conmueves durísimo o sueltas una carcajada estrepitosa.
Probablemente hoy vea unos episodios más, mañana otros y total, quizás el domingo me haya terminado todos. O quizás debería tener una adicción responsable y combinarla con Sense8. Maldito Netflix, te estás robando el verano.
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