Por qué debería importarnos que ahora Bruce Jenner sea Caitlyn.

Caitlyn-Jenner-Celebrity-reaction

¿Realmente debería importarnos tanto que Bruce Jenner haya decidido cambiar de género? Quizás la respuesta más obvia debiera ser un simple no; pero no, no es así. El hecho es que los medios le han dado una cobertura minuciosa al caso, teniendo como referente que Bruce y su familia (incluyendo a las Kardashian y todo) son objeto del escrutinio público por el sólo hecho de ser ricos, famosos y exponerlo a través de un reality show. Eso sumado al hecho de que, en el pequeño mundo de las redes sociales hay que tener una opinión preparada para todo, de lo contrario no estás informado.

En general yo no tengo una opinión clara sobre el hecho de que Bruce Jenner haya decidido cambiar su género al femenino, pero sí sobre el efecto al rededor. Quizás para algunos, Bruce Jenner ha hecho de su vida privada (junto con su ex esposa, hijas y ex hijas) un negocio explotable mediáticamente y sólo por ese hecho es un artículo de consumo que después será desperdiciado. Creo que no se trata solamente de compadecernos, reality shows como Keeping it up with the Kardashians y derivados muestran una enorme oferta y culto a la estupidez, la naquez y el exceso de dinero, y por el otro lado un desprecio intelectual a aquellos que deciden ser protagonistas de este tipo de emisiones. Lo mismo pasa en el terreno nacional con cosas como Acapulco Shore, donde lo más importante es tener un cuerpo atractivo, coger mucho y empedarse. No tengo una objeción contra ninguna de las tres cosas, quiero aclarar, el punto es cuando estos elementos se vuelven artículos ideales de personalidad.

En medio de tanta idiotez a Bruce Jenner le da por revelarle al mundo sus más íntimos secretos, de pronto se vuelve chocante que un ex atleta olímpico a sus 65 años decidiera ser mujer, pero creo que más allá de una pura misoginia (o transfobia, si quieren) lo irritante para algunos es el cambio. ¿Qué provoca? Muchas cosas, desde risas pendejas, señales de rechazo y para otros es una naciente inspiración. Lo triste es que algunos siguen creyendo que su opinión es relevante para una persona decida o no hacer cambios en su vida, sobre todo si es de una edad más madura, se dan el lujo de juzgarle a favor o en contra.

Bruce Jenner ahora es Caitlyn y lo que les parece irritante no es si tiene aún rasgos masculinos, si «quedó bien», si «sí parece mujer o hasta tiene la cara de Jessica Lange«, es que esa figura que se daba por sentado de lo que ya era, ahora decide ser otra cosa, como si estuviera incurriendo en el delito de transformar el mundo con el puro pensamiento (y cirugías… y photoshop). Mucha gente se siente realmente enfurecida si cambias un concepto previo, sus mentes quizás no corren a la misma velocidad que la humanidad y han naturalizado la inquisición que llevan dentro al límite de que son incapaces de respetar a los individuos.

En el espectro positivo para algunos sectores, el cambio de Bruce a Caitlyn motiva a algunas personas a reinterpretar conceptos, como que la juventud es la única oportunidad de la vida para transformarse, como si después de los 30 uno tuviera que aferrarse a una sola historia de sí mismo. Justo ese es el encanto que tiene una de las nuevas series en Netflix, Grace & Frankie, en donde dos mujeres en la tercera edad son obligadas a hacer cambios en sus vidas después de que sus esposos les anunciaran que han tenido un romance homosexual durante los últimos veinte años y que se quieren divorciar de ellas para casarse, y aprovechar al máximo el tiempo. Creo que eso es lo más relevante de estas historias, el tiempo se disuelve, se hace real la promesa del forever young más como una necesidad de supervivencia que seguir modas o estilos momentáneos.

Después de todo sí hay una moraleja detrás del nacimiento de Caytlin Jenner: no importa quién seas, cuánto tiempo haya pasado, ni mucho menos las opiniones de los demás, cambiar es solamente una decisión personal y serle fiel a tus deseos (aunque sean publicitarios) te hace coherente con tu propia necesidad de estar vivo.

Cierro citando a La Agrado en su monólogo de la película Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar:

«…bueno, lo que les estaba diciendo, que cuesta mucho ser auténtica, señora, y en estas cosas no hay que ser rácana, porque una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma.»

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