La ley del deseo (1987)
El sexto filme de Almodóvar tiene en sus primeros momentos besos y talladas de paquete egoístas contra el espejo, y es que ahora comprendemos que Almodóvar se vacía en sus personajes, sus alter egos. Almodóvar es un egoísta de primera clase: sus películas siempre hablan sobre él y en esta ocasión nos cuenta la historia de Pablo, un director de cine que lo termina desnudando; nos excita con sus obsesiones: los hombres, las relaciones complicadas, las drogas y sobre todo, con el cine y con contar historias. La ley del deseo es también la primera película producida por El Deseo, la casa productora que fundase Pedro Almodóvar con su hermano Agustín, coincidiendo con la misma historia del filme, en la que Carmen Maura interpreta a Tina, la hermana transexual de Pablo, revelando además un relato sobre la complicidad más íntima, la que compartes con aquellos que creciste familiarmente y que es irrompible a pesar de las situaciones.
Antonio Banderas también reaparece, ahora como Antonio, sigue siendo tan torpe como en Matador, pero en esta ocasión es un psicópata temprano que no puede contener ningún impulso, es tan salvaje y sensual, hasta cierto punto se ve tierno y eso es probablemente lo más peligroso de su personaje. También tenemos momentos de Bibi Andersen y un guiño mediático con Rossy de Palma.
Probablemente Tina, el personaje de Carmen Maura sea un importante manifiesto de sensualidad y sexualidad, de la evocación de lo femenino como algo que rompe límites en el cine de Almodóvar, es atrevida, es imponente, delicada, es madre y tiene la fuerza par que su personaje sea la semilla que después fecundaría la anécdota de La mala educación.
La ley del deseo es un thriller pasional, donde el amor, como en la realidad, casi nunca es justo: el cariño no puede medirse ni limitarse, mucho menos evitarse, pero a veces no se siente del mismo modo, ni puede hacerse nada para que dos lo vivan al mismo nivel. O quizás sea un buen engaño. El amor verdadero impide la concentración, arrebata la razón con un sólo abrazo y sus despedidas se sienten como si el mundo se estuviera terminando. Además es un filme profundamente espiritual, sin esa acidez crítica, la verdadera devoción y fidelidad es manifestada por Tina de un modo personal e íntimo, que brinda un halo de paz a la historia.
La tarea de los escritores, de cine o de lo que sea, es contar buenas mentiras, también saben como mentirse a sí mismos pues para engañar a los demás primero uno debe aprender a engañarse a sí mismo, como un ejercicio frente al espejo, de otro modo no habría ningún truco en esta magia y es que probablemente el efecto más fuerte de un escritor sea lograr engañar con su historia a los espectadores y en este filme, Almodóvar lo hace de un modo increíblemente armónico y vemos como dibuja y perfecciona otros de sus fetiches, como las máquinas de escribir y la cosmética.
El cariño es algo que pedimos a gritos, pero no por nada nos vamos a conformar con lo que sea, o a veces es puro orgullo o en otras ocasiones porque uno ama a alguien más que a su propia vida y si algo no se puede forzar en la vida es el amor, pero eso no quiere decir que no se puede crear, que dos seres humanos pueden generarlo de las cenizas. La ley del deseo probablemente sea una cinta con tintes policíacos, pero en el fondo es un relato sobre el amor: amor enfermo, amor incomprendido, amor de hermanos, amor incondicional, y de un amor que es más fuerte que la vida.
Pedro Almodóvar se descubre como un narrador de trhiller pasional, de ritmos precisos y de manejar las tensiones de un modo magnífico, y nos hace comprender que a veces los amores más puros son los tan natural que carece de todo espacio para la razón.
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