Love is strange (2014).
También llamada: El amor es extraño.
Ira Sachs nos cuenta una historia cursi plagada de buenas intenciones, como el camino al infierno, un relato costumbrista que inicia donde terminaría un cuento de hadas posmoderno: en el drama de qué sucede cuando a una pareja sólo le espera vivir feliz para siempre.
Love is strange es quizás una de las cintas que más pasarán desapercibidas en mi vida, debo confesar que viéndola de cierto modo, es una cinta que sólo abusa de usar a una pareja homosexual en el ocaso de sus vidas para contar una anécdota que resulta inútil, poco reveladora y que en nada resulta atrevida ni atractiva. Creo que si el relato fuera sobre una pareja heterosexual, en las mismas condiciones, resultaría igual de aburrida y probablemente, con un perfil aún más bajo.
El ensayo ronda sobre las comodidades del mundo individual y cómo cualquiera que altere ese pequeño orden capitalista y cómodo provoca un alud de proporciones silenciosas y egoístas, a nadie le gustan los intrusos y mucho menos cuando los intrusos son de la misma familia. Fuera de eso me resultó estéril, como una serie de sucesos ordinarios en la vida cotidiana, como un chisme de familia. Así de personal e irrelevante me resultó.
Quizás no se necesita de un relato excesivamente dramático para ser mágicamente realista, Love is strange se vuelve una especie de apología a la admiración mutua y al respeto por la compañía, muchas veces el pasar de los años y la costumbre nos construye como personas, terminamos siendo parte de quienes nos acompañan y eso, honestamente es un poco cursi, pero que probablemente me resultó lo más emocionante de esta película.
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