He llegado a creer que estamos tan obsesionados con ser humanos y que nuestras sofisticaciones burguesas como enamorarnos, viajar en un avión, festejar un cumpleaños, cometer un crimen o vengarnos (o sea, cualquier actividad humana cotidiana) nos aleja por completo de nuestro lado animal. Tal parece que hemos logrado separarnos por completo de esa parte bestial que nos hace geniales, que nos hace estar vivos y que básicamente es un reflejo de nuestra propia supervivencia.
A veces creo que sólo es necesario voltear a ver a nuestras mascotas para notar cuanto de ellos hay en nosotros, resulta emocionante darte cuenta que algo como los celos, el hambre, el cariño, el enojo y en sí, muchas de nuestras emociones están vivas y resulta que todo eso que creemos propio de los humanos en realidad solo está exponiendo nuestra vulnerable y negada animalidad.
Relatos Salvajes es una fascinante película dirigida por el argentino Damián Szifron, quien es el creador de la serie original Los Simuladores, esta cinta es una antología compuesta por seis historias que llevan al límite las más puras muestras de bestialidad ante un mundo que exagera sus necesidades.
Lo que nos lleva al límite, lo que nos hace perder los estribos y lo que derrumba esa frontera invisible es lo que nos desnuda de tanta burguesía y exageración, adoramos complicar las relaciones y las situaciones para que cuando estén en un punto de ebullición explote nuestro lado más salvaje, de modo que aquello que parece prohibido dejar de ser un tabú o un mito, tal como animales sacamos los dientes y no hacemos otra cosa más que tratar de sobrevivir.
La primera historia, Pasternak, es la introducción al festín que está por comenzar. Relatos Salvajes en sus fragmentos es un reclamo social, y en sus primeros minutos pone las bases para una venganza de la que nadie se salva, ni siquiera esos maestros incómodos, las ex novias o los amigos traicioneros y por supuesto los padres. Somos el resultado de nuestras relaciones y de lo que de ellas tomamos, para Pasternak esta cobra todo un sentido cuando se pudieran hacer realidad esas fantasías de vendettas de proporciones épicas.
En Las Ratas ya tenemos predispuesto el ambiente mórbido, todo puede salir mal y así será. Personalmente creo que de todos este es el relato más flaco de todos, siento que algo falta y aún así me parece fabuloso. Probablemente nunca me he presentado el asesinato como opción para salir de problemas que no son míos, pero entiendo la sed de venganza de la cocinera, no quiere desquitarse por algo sumamente personal, sólo quiere desquitarse de una vez por todas de una de esas ilusorias figuras de autoridad, de esos poderosos políticos asqueroso. Seamos honestos, ¿quién no ha deseado que le den un buen tiro a cualquier funcionario corrupto? Quizás no seríamos los autores materiales de los hechos más atroces, pero si pudiéramos ser hasta los más enfermos autores intelectuales de las venganzas más importantes jamás contadas.
En El más fuerte, el tercer relato salvaje, queda de manifiesto cómo a las personas nos gusta llevar al último extremo las situaciones más simples y cómo somos capaces de entrar en ese animal modo competitivo a la menor provocación, sin tener mayor justificación que una burgués manera de matar literalmente el tiempo. El más fuerte es como ver a dos perros machos orinar una y otra vez el mismo árbol tratando de demostrar quién es el más macho, pero de una forma pendeja y que hasta resulta natural: a toda acción le corresponde una reacción y si algo le gusta a los machines es respetar las leyes de la física y cualquier provocación absurda es suficiente para empezar una guerra. Peor aún si los sujetos en cuestión van conduciendo pues los autos parecen sólo potenciar los complejos competitivos más innecesarios y animales.
En el siguiente relato, Bombita, nos presenta una fantasía de la que probablemente todos hemos sido sujetos: ser activos terroristas contra la burocracia. Las multas, las filas, las absurdas «autoridades» y demás exigencias de la vida urbana son agotadoras, si a eso sumamos las pequeñas y sutiles ataduras de las que uno difícilmente se deja escapar, como la familia o las relaciones personales entonces cualquiera que se atreviera a realmente mandarlo todo al carajo sería un héroe. Quiero decir, cuántos Godínez de cualquier ramo amarían mentarle la madre al más alto puesto directivo, a un cliente incómodo o simplemente al castroso jefe, cuántos realmente harían algo para salirse del rebaño y mandar a la verga al sistema. Exacto, ninguno. Secretamente es un deseo tan personal y profundo como fantasía sexual, lo relevante de tener un deseo es hacerlo posible por que parece imposible.
En La Propuesta el ensayo sobre la culpa, la corrupción y el descaro parece más un documental que humor negro. En un ambiente privado y casi teatral una familia de clase alta construye una serie entramados para hacer que el mijito no termine en prisión. Todo el mundo puede salir beneficiado por la situación excepto el padre de familia, quien sólo tiene que hacerse responsable de limpiar el cochinero que su mijito en cuestión dejó; la gente rica no puede darse el lujo de arruinar su vida, por lo que lo de menos es llegar a un arreglo del que hasta el jardinero saldrá beneficiado de un modo bastante torcido.
Finalmente en el sexto relato, Hasta que la muerte nos separe nos tomamos un tiempo para pensar en todas esas cosas horribles que hacen a la relaciones de pareja algo tan insoportable pero necesario, a veces por amor podemos soportarlo todo, si es tan fuerte y es como una liga que se puede estirar y reventarse para después volver a unirse de modos inexplicables. Los celos, los desquites, las humillaciones de pareja, el deseo y esas ganas de amar hasta el límite están presentes en esta salvaje y romántica historia. Una novia lastimada no sabe de límites, cualquier pendejo puede llamarle psicópata sólo por reaccionar de un modo que no resulta diplomático, es decir, si acaban de darle en la madre a tu corazón, ¿realmente esperan que te tomes unos minutos para no reaccionar como loca? Imposible.
Relatos Salvajes es de lo más divertido que uno puede encontrarse en cine latinoamericano reciente, es un humor tan honesto y real que puede tornarse serio y peligroso.