Menos glitter y más sangre y/o chichis suele ser mi consigna para disfrutar de una buena película de vampiros, los inmortales hematófagos de la pantalla grande casi fueron eliminados del mapa gracias al hartazgo y nauseas que provocó la saga de Crepúsculo en el inconsciente colectivo de la cultura pop hollywoodense y Dracula Untold estuvo cerca de poner el último clavo en el ataúd, para que los vampiros jamás pudieran regresar; sin embargo Only Lovers Left Alive logró salvar a sus congéneres con una extraña historia de amor y horror que discurre entre libros viejos, junkies peternaturales y tocadiscos.
La secuencia inicial es simplemente magistral, el cover a laúd de “Funnel of Love” de Wanda Jackson crea una atmósfera devastadora y decadente que arrastra al espectador en una espiral hacia la historia de Adam y Eve. Antes de que se sientan listos para una discusión bizantina digna de El Chopo, debo romper sus ilusiones, pues el director Jim Jarmusch no pensaba en los personajes bíblicos al escribir el guión, él más bien estaba influenciado por Mark Twain y su prohibido El diario de Adán y Eva. Esto último es interesante porque en el trabajo de Twain podemos leer a una Eva que dialoga y un Adán que sólo sabe hacer soliloquios; de la misma forma Adam es un cliché de la cultura pop que a ratos parece Morfeo de Sandman de Neil Gaiman y por momentos recuerda un desafiante y poco convencional James Dean; por su lado Eve es un personaje mucho más optimista, sádico y práctico, una mujer más realista al fin y al cabo.
Hay que decirlo, Only Lovers Left Alive no te atrapa por su historia, difícilmente se puede decir que hay una historia; sin embargo el idilio amoroso de Adam y Eve a manos de Jarmusch se vuelve hipnótico, una burbuja de la realidad donde los chistes intelectuales mantienen con una sonrisa en la cara a aquellos que son capaces de descifrar las referencias codificadas en los acartonados diálogos. Y quizá esa es la virtud que salva a esta cinta, pues uno quiere acompañar a estos vampiros no porque sean cool como los Lost Boys, no porque sean irremediablemente hipersensibles o monstruosos como en Interview with The Vampire, vamos ni siquiera son inquietantes como Nosferatu, pero en su extraña cotidianeidad se esconde un encanto similar al de esa persona rara que conoces y por alguna extraña razón te cae bien.
Decir que Jim Jarmusch reinventó el mito de los vampiros cinematográficos es una verdadera mamada, pero sus añadiduras y giros de tuerca son sin duda algo que se disfruta. Adam y Eve beben sangre sí, pero sólo la “good stuff” que consiguen con dealers especializados; seguro esto le suena familiar a más de uno, pues estos vampiros no sólo necesitan de la sangre para vivir, se intoxican de placer con ella, son junkies refinados que catan por tipo de sangre y conservan su frágil inmortalidad administrando bien su stash privado.
Siempre he creído que los vampiros son el reflejo de una época y la sociedad en la que fueron escritos o grabados y Only Lovers Left Alive confirma esa teoría, en una sociedad atraída hacia lo banal, hacia la efímera belleza de la novedad, un par de chupasangres anticuados, melómanos y enamorados puede ser lo que necesitan para salir de su tedio.
La película es una de esas pocas que te hipnotizan sin saber exáctamente el porqué de caer rendido ante un film sin una historia clara.
Es quizás ese toque suicida que pocos tenemos lo que se convierte en el espectador principal de la trama. Ese deseo de algo anticuado y poco ordinario.
Posdata: Buena crítica.
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